sábado, 29 de septiembre de 2012


“Ser amenazado ya no es digno de tomarse en cuenta”: Aleph Jiménez

Aleph Jiménez Domínguez, miembro del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (Cicese). Foto: Benjamin Flores
Aleph Jiménez Domínguez, miembro del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (Cicese).
Foto: Benjamin Flores
MÉXICO, D.F. (apro).- “Tal vez la manera en que algunos medios de comunicación y autoridades estuvieran felices era que yo apareciera muerto, en una fosa descuartizado o malherido”.
Así respondió Aleph Jiménez a una serie de cuestionamientos que surgieron desde el pasado martes 25, cuando apareció en esta ciudad, luego de seis días de dudas en los que se propagó la idea de que había sido víctima de una desaparición forzada por su participación en el movimiento #YoSoy132 de Ensenada, Baja California.

Vestido con pantalón de mezclilla y playera negra deslavada, tartamudeando de nervios, Jiménez ofreció esta tarde una conferencia de prensa para explicar lo que, se supo el día 25, fue un ocultamiento voluntario.
“Sabía que mi vida estaba peligrando”, inició. Habló del hostigamiento, “seguimiento” y amedrentamiento de las autoridades en Ensenada contra los integrantes del movimiento estudiantil, lo que lo orilló a resguardarse en silencio en la ciudad de La Paz.
Como ejemplo, recordó los actos de represión en su contra el pasado sábado 15 –durante la ceremonia del “grito” de independencia en Ensenada– por parte de autoridades locales. “(A integrantes de #YoSoy132) nos sometieron en el piso, nos esposaron como criminales en una manifestación completamente pacífica, nos patearon en el suelo y nos arrestaron sin decir el delito que se nos imputaba. No se nos fincó ninguna multa y nos soltaron en dos horas. Una compañera terminó en el hospital y tiene que ser operada de una rodilla”.
De aquella noche, los miembros del movimiento identificaron a sus represores como un grupo de personas uniformadas con playeras tipo polo negras, corte de cabello y botas militares, judiciales y personal de la Secretaría de Gobernación intercomunicados por radio.
“Después intervinieron nuestros celulares. Empecé a ver con mucha frecuencia carros que se estacionaban frente a mi casa y que vigilaban mis actividades. El caso que detonó mi temor más intenso fue cuando de un Datsun negro, con vidrios polarizados, se bajó una persona extraña frente a mi casa y comenzó a decir que ya habían localizado mi dirección. Miró fijamente a mi habitación, se subió al auto y dio vueltas por la casa.
“(Entonces) tomé mis cosas y salí. Me reuní con una compañera a la que también estaban intimidando. Estos agentes de la Secretaría de Gobernación que participaron en el acto de represión del 15 de septiembre tienen carpetas de nosotros, nos tienen completamente identificados”.
Como antecedente, aseguró que con el movimiento #YoSoy132 de Ensenada ya había presentado una denuncia por violación a los derechos humanos a la comunidad por parte del Ejército y agentes encapuchados en la ciudad.
“Me dio miedo que atentaran contra mi vida. Yo decido salir de la ciudad de Ensenada el día jueves (20)”.
Aleph compró ropa y recortó su barba para camuflar su identidad. Sacó dinero y tomó un camión con destino a la ciudad de La Paz, en Baja California Sur.
“No le comenté a nadie sobre el resguardo voluntario que estaba haciendo porque pensé que peligraba la seguridad de mis padres y mis amigos”. Su intención, dijo, era salir del país.
Desatada la movilización del movimiento estudiantil y de organizaciones sociales, así como el bombardeo de medios de comunicación y redes sociales con su nombre, Jiménez se enteró el domingo 23 que había sido reportado como víctima de desaparición forzada. Sin embargo, apareció hasta el día 25.
“El domingo conozco la situación y decido regresar a Ensenada porque veo que, aunque las condiciones no eran suficientes para salvaguardar mi integridad física, la situación con los medios de comunicación podía protegerme.
“Nunca pensé que podía afectar de tal manera a las personas, pero creo que la mejor opción que pude haber tomado fue no comentar a mis familiares dónde iba a estar situando, bajo la idea de que eso podría poner en riesgo a mis seres queridos”.
Afirmó que aún hoy no se siente seguro. Teme por él y por su familia, mientras la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) hace un análisis sobre las medidas cautelares a seguir.
–Tu caso se trató como una desaparición forzada. No se entiende que no avisaras de alguna manera que no era así. ¿Crees que esto pueda dañar la credibilidad del movimiento?, le cuestionó la prensa.
–Yo creo que no hubo un error en llamar a una acción urgente por parte del movimiento, porque había los elementos suficientes para que creyeran que mi vida peligraba, mismos por los que decidí resguardarme. Ellos actuaron de manera congruente. No se puede esperar a que alguien amanezca descuartizado para que entonces tenga validez ese tipo de acciones urgentes.
“Como nunca antes se vio un vuelco de la sociedad para recuperar a alguien que no se tenía la certeza de cómo se encontraba. Es un ejemplo de cómo se debe presionar al gobierno conforme a su obligación de encontrar a una persona desaparecida”, apuntó.
Nizaí Moreno, compañera de Jiménez en la asamblea de #YoSoy132 en Ensenada, interrumpió para agregar: “Aleph trabaja en el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior (CICESE), y hace poco más de un mes mataron a un compañero suyo. En Ensenada hay asesinatos y no pasa nada. Por eso se presionó, hasta hacer de esto una noticia internacional. Si no presionas al gobierno para que se investigue una desaparición, no te puedes esperar hasta que aparezca muerto”.
Añadió:
“Él no desapareció porque quisiera irse. El Estado lo obligó a desaparecer, a huir, eso no es poca cosa. Hay que recordar que en el norte del país se encuentra el Ejército en las calles. La guerra contra el narco es un entorno muy violento donde el Ejército y las autoridades han tenido un sinnúmero de denuncias por violaciones a los derechos humanos de las personas. Si él hubiera sido una cifra más entre los muertos, hubiera sido un héroe. Apareció vivo y lo toman como una desconsideración, una burla. Hay mucho morbo, mucho fatalismo en este país”.
Aleph concluyó: “Es un poco indignante que haya gente que quiera minimizar el hecho de que yo apareciera con bien. La manera en que algunos medios de comunicación y autoridades estuvieran felices era que yo apareciera muerto, en una fosa descuartizado o malherido para aprovecharlo. Hay tanta violencia en el país, nos han deshumanizado tanto, que estamos acostumbrados a que sólo importe cuando hay demasiados muertos. Ser amenazado ya no es digno de tomarse en cuenta”.

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