jueves, 18 de octubre de 2012

En la muerte, ‘El Chayo’, fundador de “La Familia Michoacana”, emerge como un ‘narcosanto’


Desde que murió en una balacera con la Policía Federal en diciembre de 2010, se convirtió en una figura santa para alguna gente de Michoacán.


Los comerciantes venden figuras de oro con la imagen El Chayo, algunas con diamantes incrustados. Es venerado en altares erigidos en las casas de las familias que creen en él. Algunas personas hasta leen “biblias” que él escribió.

Sus seguidores, muchos de los cuales son narcotraficantes, le rezan: “Protector de los más pobres, caballero de la gente, San Nazario, danos vida, oh eterno santo, danos salud y más trabajo, abundancia en nuestras manos, bendice a nuestra gente”.



Sinaloa, hogar de generaciones de narcotraficantes, tiene su propio narcosanto desde hace un siglo. Ahora, Michoacán también tiene el suyo.



La leyenda de Jesús Malverde



El Chayo no es el primer “narcosanto” del país.



Generaciones de sinaloenses han venerado a Jesús Malverde, el gángster legendario que operaba en las montañas cerca de Culiacán. Era conocido como un bandido que robaba a los ricos para darles a los pobres.



Malverde, según cuenta la historia, era conocido como “El Bandido Generoso” y “El Ángel de los Pobres”. Fue ejecutado, colgado en un árbol, durante el gobierno de Porfirio Díaz, el 3 de mayo de 1909.



Es venerado en una capilla en Culiacán y existen al menos dos películas y una obra de teatro escritas sobre su vida.



Pero la leyenda de Malverde bien puede ser sólo eso: un cuento. Aunque generaciones de sinaloenses y de otros sitios – muchos de ellas narcotraficantes – han venerado a Malverde, los historiadores no han encontrado nada que confirme su existencia.



La Familia surge bajo el liderazgo de El Chayo



Desde luego, no hay duda de que El Chayo sí existió.



Según los reportes publicados, nació el 8 de marzo de 1970, en Michoacán. En 1994 y en 2003 fue arrestado en Texas por cargos de tráfico de drogas. Pasó algunos meses en la cárcel después del arresto del 1994, y huyó a México después del segundo arresto, para evitar los cargos.



A finales de la década de 1990 y principios de la de 2000, el narcotráfico en Michoacán era dominado por un grupo mediano del crimen organizado conocido como El Milenio. Este grupo se hizo aliado del Cártel de Sinaloa y vendió grandes cantidades de metanfetaminas cristalinas.



A principios de la década de 2000, Los Zetas derrotaron a El Milenio, representando al Cártel del Golfo (CDG). En ese momento, eran el brazo armado del cártel. En el año 2006 surgió La Familia, bajo el liderazgo de El Chayo, y comenzó su lucha contra Los Zetas por el control del narcotráfico en Michoacán.



Algunos de los líderes de La Familia – entre ellos El Chayo – se habían iniciado con El Milenio, de acuerdo a los reportes publicados. Para 2008, ya tenían el control de la mayoría de las plazas de contrabando en Michoacán.



Rápidamente desarrollaron una reputación de violencia extrema y en septiembre de 2006, llamaron la atención internacional, cuando varios de sus integrantes lanzaron cinco cabezas humanas a la pista de baile del bar Sol y Sombra en Uruapan, Michoacán.



Tres meses después, el presidente Felipe Calderón lanzó su batalla contra las organizaciones criminales transnacionales en Michoacán, y envió al Ejército a enfrentarse con LFM y otros cárteles de la droga.



El Chayo combinó la religión con el crimen organizado



El Chayo se autodenominaba el “Mesías”. Predicaba a los pobres de Michoacán para tratar de ganar su apoyo y escribió su propia versión de la Biblia. Repartía ejemplares del libro, que firmaba con el apodo de “El Más Loco”.



Hoy, existen pequeñas estatuillas y figuras que representan a El Chayo. Algunas tienen cerca de un metro de altura, y llevan incrustaciones de oro de 18 quilates y diamantes. En las estatuas, lleva una barba parecida a la de Cristo, y apunta una espada hacia el suelo.



El Chayo supuestamente creció como católico. Sin embargo, el uso de oro y diamantes en las estatuas que lo representan no concuerda con las enseñanzas católicas, explicó un investigador en cuestiones religiosas.



“Este simbolismo de riqueza, visto en la figura de (El Chayo) contradice la iconografía católica, sus seguidores le dan un nuevo significado y valor a los símbolos de la riqueza. Lo ven como algo bueno y necesario para las personas, la pobreza no es parte de sus creencias religiosas”, precisó Javier del Ángel de los Santos, investigador sociocultural del Centro de Estudios Bíblicos ‘Xaire’ de la Ciudad de México.



A lo largo de Michoacán existen altares que honran a El Chayo, como en Cerrito de la Cruz, Acahuato, Holanda y Guanajuatillo y Apatzingán.



No obstante, la mayoría de los seguidores de El Chayo se consideran a sí mismos católicos romanos, dijo el padre Salvador Magaña, de la Arquidiócesis de Apatzingán. Los fieles suelen ser reclutados a través de cursos de “autoayuda”, que ofrecen grupos del crimen organizado de la región, añadió.



¿Habrá ‘santos criminales’?



Aunque El Chayo era un criminal, se entiende que la gente pobre acuda a su imagen en busca de alivio, dijo Patricia García, de 42 años, doctora de Michoacán.



“No hay duda de que las personas en realidad tienen la necesidad de creer en algo, en lo que sea, siempre y cuando sientan seguridad y esperanza de una vida mejor”, añadió.



Marco López, dueño de una pequeña empresa de Ciudad de México, sin embargo, dijo que cree que está mal que algunas personas vean a El Chayo como una figura religiosa.



“Si seguimos así, tendremos más santos criminales, como “San Lazcano”, “San Chapo”, “San Arellano”, “San Beltrán Leyva”, añadió. “Es indignante que estos criminales utilicen la ignorancia y pobreza de la gente para hacerles creer que son los principales benefactores en nombre de Dios”.



López hizo referencia al recientemente fallecido Heriberto Lazcano Lazcano, alias “El Lazca”; Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa; la familia Arellano Félix, quien ha comandado la Organización Arellano Félix (OAF) durante décadas, y los hermanos Beltrán Leyva, que lideran la Organización Beltrán Leyva (BLO) desde la década de 1990.



Después que la Policía Federal mató a El Chayo en diciembre de 2010, se separó gran parte o la totalidad de LFM, según dijeron las autoridades. Algunos antiguos integrantes de la organización formaron un nuevo grupo de crimen organizado, Los Caballeros Templarios, que también utiliza imágenes religiosas.



En Internet hay una canción cuya letra emite una sutil advertencia a los seguidores de El Chayo. Una de las frases dice: “No soy un santo, caballeros, así que no me pongan en un altar”.


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