viernes, 9 de noviembre de 2012

Pablo Gómez: Engaño parlamentario en Reforma Laboral



Cuando el Senado aprobó cambios al proyecto de reforma laboral que había enviado la Cámara de Diputados, quizá nadie pensó que el acuerdo entre el PAN y la izquierda se iba a convertir en ley. El tema era el de los derechos de los trabajadores a elegir a sus líderes y a conocer y votar el contenido del contrato colectivo de trabajo.

La izquierda hizo bien en asumir un compromiso, exclusivamente sobre ese tema, ya que se trata del reconocimiento de derechos, aquellos que han sido negados a los trabajadores durante muchas décadas en la mayoría de los sindicatos del país. Pero otra cosa era pensar que el PAN podía poner en peligro la reforma laboral que durante tantos años solicitó en aras de defender algunos derechos democráticos.
Acción Nacional no está para aplicar una línea de principios. En realidad nunca lo ha hecho pero, desde los años 80, la conducta del PAN ha estado caracterizada por inconsecuencias, engaños, maniobras, negociaciones oscuras y, de plano, transas políticas. Sin embargo, las cosas ahora han llegado a un extremo antiestético: seis panistas votaron en contra de que se admitiera a discusión el artículo 388 bis, con lo cual éste fue desechado con 255 votos.
En realidad, el dictamen presentado ayer por la comisión no debió haber sido puesto a discusión por la sencilla razón de que estaba incompleto: no fue considerado un artículo votado por el Senado (el 388 bis), sobre el cual no hubo pronunciamiento de la comisión, es decir, no había dictamen. Luego, en lugar de votar la adición de los senadores se puso a votación si ésta se admitía a discusión, como si se tratara de una proposición presentada ante la asamblea por algún diputado y no un proyecto ya votado por la colegisladora. La Constitución sólo habla de una reprobación pero de ninguna manera admite una negativa a discutir y votar las adiciones de la otra cámara. Todo esto fue ilegal y el PAN se la tragó entera.
Los asuntos en cuestión no son menores. Uno de los grandes problemas del país es la debilidad política de los sindicatos, la falta de intervención de los trabajadores en la vida sindical, la ausencia de sindicatos, la corrupción interna en casi todas las organizaciones gremiales y la connivencia entre líderes y patrones en contra de los intereses de los trabajadores.
De seguro el PAN va a decir (o ya lo dijo) que seguirá luchando a favor de reformas democráticas pero nunca antes lo había hecho. Esta fue la primera vez que los panistas se pronunciaban con fuerza para buscar leyes que hagan disminuir la antidemocracia y la corrupción sindicales. Y ese esfuerzo ha sido echado a perder por el mismo PAN de la manera más vergonzosa. Si no fuera así, el Senado podría no admitir la expedición del decreto sólo con los artículos aprobados por ambas cámaras.
En realidad, es difícil creer que cuando Acción Nacional votaba con la izquierda en el Senado los mismos panistas estaban pensando en que era posible triunfar también en la Cámara. Todo parece indicar que el arrojo senatorial panista era un performance en el entendido de que no iban a pasar los cambios al proyecto.
El PRD actuó con decisión y acierto cuando introdujo el artículo 388 bis. Si en las negociaciones el PAN estaba aceptando avanzar en el camino de los derechos democráticos, hubiera sido una cobardía abstenerse de entrar en acuerdos bajo el pretexto de que no se iban a aprobar finalmente los mejores cambios. La posición del PRD fue correcta al rechazar la reforma laboral en su conjunto y fue correcta también al agregar temas concretos.
El PAN, por su lado, ha desaprovechado la mejor oportunidad para alcanzar su anhelada reforma anti laboral y, al mismo tiempo, reivindicar algunos derechos democráticos de los trabajadores sindicalizados. Sin embargo, gana más en el panismo la consigna de clase que la aspiración democrática. Siempre ha sido así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario